miércoles, 22 de octubre de 2008

Hambre en Latinoamerica


Pese a existir hoy en Latinoamérica y el Caribe decenas de millones de personas afectadas por el hambre y la malnutrición, hay alimentos suficientes en esta área geográfica para satisfacer a una población tres veces superior.

Para solucionar este problema hay que poner al ser humano en el centro del proceso del desarrollo, considera el director regional del Programa Mundial de Almentos (PMA), Pedro Medrano.

Un niño no puede esperar a que su padre tenga trabajo para dar respuesta a sus necesidades de alimentación, sostiene el experto, quien considera un error de los gobiernos en el área pensar que esa dificultad se resuelve sólo mediante el crecimiento económico.

En realidad los gobiernos deben actuar ya en función de la soberanía alimentaria de la población, y no esperar sólo por el incremento de ese factor y de los ingresos.

Por ello resulta indispensable invertir directamente en la nutrición, lo que incluye programas de salud materno-infantil, merienda escolar y mejoramiento de la calidad nutritiva de los alimentos.

De acuerdo con una investigación que realiza el PMA, el costo económico del hambre en la región oscila entre 104 mil y 174 mil millones de dólares, lo que equivale al seis y el 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del área, respectivamente.

Los altos gastos sociales y las pérdidas en productividad son el resultado de elevados índices de mortalidad infantil, el aumento en los costos de salud para recién nacidos y niños, el ausentismo, la deserción y repetición escolar, afirma el estudio.

A ello se suman las originadas en la producción por retardo del crecimiento, transmisión intergeneracional y enfermedades crónicas, entre otros factores relacionados con la salud.

En Latinoamérica nacen unos 11,4 millones de bebés por año, de ellos un 10 por ciento con bajo peso.

La reducción de la capacidad de trabajo en adultos a causa de la anemia por deficiencia de hierro puede reducir en un 0,6 por ciento el ingreso de un país, lo que ilustra sobre las consecuencias económicas del hambre.

Otro 3,4 por ciento se pierde como resultado del pobre desarrollo cognoscitivo en niños debido a la anemia.

Si el ingreso nacional bruto de la región es de 1,75 billones de dólares, estamos hablando de un monto de 69 mil 800 millones de dólares que se pierden debido a los gastos generados por las causas mencionadas.

La investigación subraya que la inversión en fondos públicos en la nutrición está plenamente justificada no sólo desde la perspectiva ética, sino también económica.

Se puede afirmar que hay una estrecha relación entre el combate al hambre y la desnutrición, y los niveles de pobreza.

Según el estudio, una reducción del uno por ciento en las tasas de malnutrición hace declinar la pobreza en un cuatro por ciento.

Sin embargo, una disminución de igual porcentaje en las tasas de pobreza, logra una baja del 0,25 por ciento en la de desnutrición.

De ahí la importancia de atacar directamente ese fenómeno, pero no como consecuencia de la batalla contra la pobreza.

En la región la población menor de cinco años es de 54,7 millones de niños, y para combatir la desnutrición infantil se requiere dos mil 05 millones de dólares anualmente.

Esta situación lógicamente tiene una alta incidencia en el crecimiento económico de los países.

De igual modo, la población en edad escolar (de cinco a 14 años) es de 107,2 millones de niños que necesitarían como mínimo dos mil 47 millones de dólares, con un costo promedio de merienda de 0,60 dólares por día en los centros educacionales.

El ingreso regional es de 1,75 billones de dólares y de esa cifra se requerirá un 0,14 y un 0,12 por ciento para alimentar a cada niño en la escuela y erradicar la malnutrición infantil.

La malnutrición actualmente afecta en particular a las etnias más pobres y marginadas. En Guatemala, por ejemplo, golpea al 88 por ciento de las comunidades rurales indígenas.
A veces las autoridades de los países del área van más en sus políticas a aspectos sectoriales, que al de las personas, dan prioridad al mercado y olvidan el elemento humano.

Hay que partir de las personas, centrar las políticas en los pobres, en particular en los niños, sobre todo los menores de tres años, que carecen de seguridad alimentaria en muchas partes.

La esencia del problema está en resolver la vulnerabilidad en la nutrición, y alcanzar la seguridad en este terreno, de la cual carecen muchos países bajo el actual orden globalizado existente.
Kissayri Rodriguez #24 4to.A

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